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El arquero del Auckland City, Conor Tracey, ha captado la atención del mundo del fútbol por su increíble historia de sacrificio. Tracey, quien trabaja más de 40 horas semanales en un almacén de una empresa en Nueva Zelanda, tuvo que pedir vacaciones sin sueldo para poder disputar el Mundial de Clubes.
A pesar de recibir 10 goles en el partido contra el Bayern Múnich, el guardameta vivió un momento inolvidable al enfrentar a su ídolo, Manuel Neuer. Para Tracey, el torneo representa un sueño cumplido, aunque su realidad es distinta a la de los futbolistas de élite. "Sufriré un poco con el alquiler y las facturas, pero jugar contra el Bayern, el Benfica y Boca vale la pena", declaró.
La historia de Tracey refleja el esfuerzo de muchos jugadores del Auckland City, un equipo semiprofesional donde varios futbolistas combinan el fútbol con otros empleos. Su participación en el Mundial de Clubes es un ejemplo de pasión y dedicación por el deporte.
