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El Parque Nacional Canaima, Patrimonio de la Humanidad y una de las áreas de biodiversidad más irremplazables del planeta, enfrenta una creciente amenaza ambiental, según el más reciente informe de la organización SOS Orinoco. Minería ilegal, incendios forestales, deforestación, y ahora especies invasoras y turismo descontrolado, comprometen especialmente a la región del Pantepui, hogar de tepuyes milenarios y especies endémicas de alto valor ecológico.
La presión turística ha aumentado en sectores clave como Roraima y Salto Ángel, sin control ni regulación efectiva. El informe revela casos de sobreocupación —hasta 120 personas en la cima de Roraima— pese a límites acordados con autoridades y comunidades locales. En Canaima occidental, los vuelos turísticos y aterrizajes frecuentes sobre cumbres frágiles generan riesgos adicionales. “La gestión institucional es casi inexistente”, advierte SOS Orinoco, señalando que muchos impactos ambientales no están siendo evaluados.
La capacidad hotelera alcanza las 850 camas con ocupación de hasta 70% en temporada alta, impulsada por turistas nacionales con alto poder adquisitivo. A esto se suma la deficiente disposición de residuos y el incentivo económico que lleva a las comunidades a flexibilizar normas de conservación. Canaima, segunda en el mundo en irremplazabilidad ecológica según una evaluación global de 2013, se encuentra hoy en una encrucijada que pone en juego su equilibrio natural. La alerta de SOS Orinoco abre el debate sobre la urgente necesidad de gestión ambiental efectiva.
